lunes, 22 de marzo de 2010






No mucho va a cambiar. No demasiado se mantendrá igual.

Perspectiva todo es perspectiva.

Al fin si quiera volveré a Lima después de una visita jocosa, esquizofrénica y muy corta realizada el año pasado. Se comerá lo que se deba comer, se beberá lo que se deba beber y se caminará en caminos de piedra de miles de años donde antes pasó algo mas interesante que turistas con cámaras disparando por doquier, con sus gorros beige y sus zapatos deportivos.



La dinámica es levantarse sin cortinas, observar a mis nuevos retoñitos crecer en su tierra, extender sus pequeñas hojitas sus tallos pequeños sus delicados troncos, a convertirse en buenos amigos que entregan su vida por un humo que alegra. La casa es linda y la mantengo impecable, no se cuanto dure eso, es un nuevo show deprimente encontrarte entre cuatro paredes sin otro humano a quien saludarle o a quien culpar por los platos sucios. La casa es linda pero el ritmo un poco deprimente. Intento engañarme y pensar que un can me puede ayudar que juntos lo vamos a lograr, pero no quiero darle una vida de soledad, no quiero endosarle mi pena a un cachorro blanquinegro. Lo pienso de nuevo y no se si es algo bueno, talvez me pueda hacer un crédito de compañia en lugar de endosarle tristezas. Transacciones bancarias, transferencias directas.

Enlaces vía satélite que se van convirtiendo en eso, enlaces vía satélite. El telón esta cerrandose y nuevamente no se que esperar, como pararme, cuando sentarme, como se escribe y qué diablos era eso de reir un instante. Las hormonas hablan por mí y exigen su instinto-demandan peligro, me siento a pensarlo y no tengo en donde sentarme. Necesito sala, comedor y sofá cama.

Hago planes un poco extraños, circulando los circulos circulares de este extraño redondel. Escribo cartas a desconocidos en el hemisferio sur, donde resulta que yo para ellos no soy tan desconocido y eso me alegra un momento. Me detengo a pensar que el dinero no alcanza a cubrir esas tontas manías. En medio de todo pienso en el futuro que se planta delante. No tengo idea que quiere de mí ni que busco de él y ambos nos quedamos mirando incomodamente, le cuento mi historia y me cuenta las de otros. Juntos nos sentamos a tomar una cerveza y a ambos nos enroncha la piel, engigantece a un labio y gotea nuestra nariz transparencias.

El destino me bendecirá con un golpe letal, fuerte ráfaga azul, gran silencio final.




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