viernes, 2 de abril de 2010



Googleando por la vida me encuentro con esta perla:

—Cuando alguien sin habilidad para manejar la plastilina quería hacer una figurita, acababa mezclando los colores, dando como resultado una mezcla de tono parduzco que no servía para nada. El negarse a reconocer las limitaciones de cada uno hacía que se malgastasen recursos—.

Decía Don Tenorio en su conclusión final, que había 2 tipos de inútiles que mezclaban la plastilina: los que creían que el color no importaba, y los que eran tan torpes que aún sabiendo que no debía mezclarse, preferían manejarla ellos en lugar de delegar esa tarea en alguien que supiera gestionarla como Dios manda.

Pilas al final, pilas pilas... hay 2 tipos de inútiles en la vida que mezclan plastilina, los medianamente bestias que creen que el color no importa y los imbeciles a tiempo completo que, sabiendo que no son los aptos para manipular esa tarea multiplastilinistica, se encargan de hacerlo de todas maneras cagandola por completo.

Don Tenorio reuniría a todos los niños del sol en un cerro muy alto, los vería a los ojos y les gritaria "Torpes" jamas se junta la barra azul con la barra blanca buscando celeste, buscando un glorioso celeste con todas las bondades de la pureza de la hermosa barra blanca, la sabiduria azucena, su estirpe noble y casta, su pasado limpio y pulcro, su futuro esperanzador, su hermosa blanquecina mente llena de historias surreales, su blanca alma brillante que flota cinco centimetros sobre el resto de mortales plastilinas... con las cualidades de esas divinas barras azules, azul muy profundo, azul de sus aguas marinas con sus olas que vienen y van, azul del cielo que broncea y quema la piel, el azul que no sabe decir no a los caprichos del rojo, ese azul como las venas en la piel, con su indomable venganza azul, con su infinito vacío azul, con ese universo azul desconocido, galaxias azules que nunca pueden ser descubiertas porque el azul es así y nunca se revela a sí mismo, solo te muestra lo que el azul desea mostrarte.

Y los niños correrán cuesta abajo a las llanuras con intenciones de preservar sus colores, de no intermezclarlos torpemente, intentaran escuchar a Don Tenorio en sus sabias palabras. Pero el amarillo inquietará al morado a unirse a su reino de colores primarios en busqueda de nuevas tonalidades, y el verde correra libre a unirse al rojo en busqueda de un café cobrizo exquisito, pero todos terminaran en una plasta de un pardo asqueroso, mezclados unos con otros en marrones sin mayor utilidad que ser descartados.

Si tan solo Don Tenorio supiera imponer su sabiduria mas firmemente, inculcar su conocimiento con mano de hierro, pero no culpemos a Don Tenorio, la culpa es de los niños y sus torpes decisiones. Las barras cafés les pertenecen a los niños y con ellas jugaran de hoy en adelante, con figuras amorfas de un mismo aburrido color, extrañando siempre la tranquilidad maleable que les daba el blanco más puro, el distante blanco nieve del norte, ese blanco intocable que se mancha al más mínimo roce y queda lastimado de por vida; jugarán con sus barras oscuras anhelando ver el azul destellando en el cielo, cielo repleto de nubes marrones parduzcas que lo nublan e impiden apreciar su belleza, deseando ver esas olas azules de su mar tan profundo, ahora convertido en un turbio oceano oscuro de aguas terrosas.




4 comentarios:

Nacho dijo...

Gracias por tu enlace :-)

Vicky dijo...

Cosas geniales a veces ocurren en la mezcla. Cuando las galaxias se estrellan, azul no pide nada, amarillo no espera, morado sospecha, verde intenta... y todos los demás se encuentran... hay que mirar al cielo lo que hacen las mezclas.

Vicky dijo...

Cosas geniales a veces ocurren en la mezcla. Cuando las galaxias se estrellan, azul no pide nada, amarillo no espera, morado sospecha, verde intenta... y todos los demás se encuentran... hay que mirar al cielo lo que hacen las mezclas.

Anónimo dijo...

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